Un cruce de caminos. Sentimientos encontrados. Una misma realidad, dos vivencias, dos transiciones.
Cuando se rompe un vínculo, un sueño, una ilusión, el aliento se contiene y se corta el hilo que unía la muñeca derecha de su izquierda, dejando sueltas hebras asimétricas que nunca vuelven a unirse de la misma manera. Ya no hay hilazas que den continuidad.
Es una soledad que, como vapor de alba, se va disipando según se despierta el día. Un día donde quizás, no despierta nada, sino que adormece y calla el alma del que se viene rompiendo en la noche.
Diferentes soledades, lágrimas fatuas que se vuelven charco de laguna. Para acabar donde comenzaron todos, en un círculo, donde nada acaba y todo comienza, donde nos engañamos y pensamos que existen diferentes miradas para un mismo adiós. Donde corremos juntos o separados, alejándonos de la realidad y la nada compartida.
O quizás, existen infinitos adioses en solo una mirada.